Como todas las mañanas de mi vida el Sol resplandecía
Las molestas aves trinaban su melodía
Y uno que otro auto bien pulido y brillante me ensordecía
Un día más con todo eso que me aturdía
Un gigante anaranjado por el que cada día maldecía
Y gente con palabras vacías
Que me sonreían como ángeles con pura malicia
Sudor y Calor todos los días
Empatía y armonía, palabras que nunca combinarían
Mercaderes y máscaras que reconocía
Pero que pocas veces observaba y que me aburrían
Careciendo de lujuria como cada día
Un banquete para disfrutar que incluso se puede odiar
Sangre, pena y odio para llevar
Armonías y sonrisas que como siempre llegan a quemar
Y el agua y el vino se tardan en llegar
Con hastío y amor maldigo los segundos, minutos y horas
En los que se come todo incluso a uno mismo
Un día tan brillante que no se goza si no lo destrozas
Todo un día que se pierde en el abismo.
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